EFEMÉRIDE. Homenaje a la Srta. Laura, Camarera de Honor

El 15 de marzo de 1975 (hoy cumple su 48 aniversario) se le tributa un homenaje a Laura Aguirre por sus 25 años de servicio y entrega en Álora. El acto consistió en una cena en el salón Las Columnas, en el cual el Ayuntamiento de Álora, presidido entonces por D. José Fernández López de Uralde, le otorga el título de Hija Adoptiva de la ciudad. Asimismo, la cofradía de Dolores Coronada la nombra Camarera de Honor. En estos momentos es hermano mayor Diego Consigliery, recientemente fallecido. Él, Pepe Díaz y otros miembros de la Junta de Gobierno la visitan antes, para ofrecerle este cargo. Ella lo agradece, pero pregunta, con su habitual humildad, que cuál es su función como Camarera de esta cofradía. “Qué tengo que hacer?”. Diego y Pepe le dicen que su función no supone nada especial, simplemente, le piden que, cada año, antes del desfile procesional, cuando la Virgen esté preparada para su salida, ella la visite y, de alguna manera, dé su visto bueno. Ella contestó entonces con una frase, que a Pepe Díaz no se le ha borrado de la memoria y que, más de una vez, me ha recordado en nuestras charlas sobre Laura: “Bueno, rezaré por vosotros, que eso es lo único que sé hacer”. Estas pocas palabras definen a la Sierva de Dios más que cualquier largo discurso. Primacía de la oración antes que cualquier acción o iniciativa humana, confianza en la Providencia, humildad… Estas breves y sencillas palabras no necesitan más comentario.

Algún tiempo después, debido a unas obras en la Parroquia de la Encarnación, la imagen de la Virgen es trasladada a la residencia para que allí sea guardada y custodiada. Laura pasa largas horas de oración delante de esta bendita imagen. Me contó Diego Consigliery que fueron varios por la imagen, una vez que la obra estaba terminada. Ella estaba tan encariñada con la Madre, que cuando sacaban a la Virgen de los Dolores de la residencia, Laura, que no era una persona que expresase fácilmente sus sentimientos, estaba llorando al ver como se la llevaban. Diego, Pepe y los que asistieron a aquella escena se quedaron sobrecogidos.

Un tercer apunte. En la Cuaresma de 2002 Diego escribe en la revista de la cofradía un importante artículo sobre Laura Aguirre. ¿Por qué lo considero importante dentro de la amplia documentación que tenemos en la causa? Porque, desde la muerte de Laura en el último día de 1986, quedaba el recuerdo, la gratitud, la admiración de mucha gente de Álora, pero no se había escrito ni investigado nada. Más adelante empieza Mari Ángeles López Gutiérrez con sus artículos en la revista Álora; se organiza la Semana de Laura Aguirre (marzo de 2010); se inaugura el Museo en Flores (2014) y, se abre la causa de beatificación en 2019, a instancias de Marí Ángeles Gutiérrez, Felipe García, el que esto firma y nuestro párroco el padre Juan de Jesús Torres, que se identificó con esta causa con gran entusiasmo. La promoción y el estudio de la persona y la obra de Laura está hoy en marcha, pero en aquel 2002, el artículo de Diego fue una llamada de atención en medio de un silencio, que no era olvido pero se le parecía.

La cofradía de Dolores Coronada tiene un rico patrimonio histórico, artístico y personal; pero también posee una riqueza que no puede olvidar en esta Camarera de Honor, cuya intercesión nunca les va a faltar.

Dº. Tomás Salas, postulador de la Causa de Beatificación de Laura Aguirre

8 de marzo, Día de la Mujer, recordamos a Laura Aguirre

La Sierva de Dios Laura Aguirre (la señorita Laura) y la dignidad de la mujer

Creo que no puede desvincularse históricamente el Cristianismo con el desarrollo del concepto de  dignidad de la mujer y  de igualdad, tan básicos, tan incuestionables en nuestra sociedad actual. Por ello, cuando el feminismo radical hace a la Iglesia blanco de sus ataques, cosa que es frecuente, no sólo comete una injusticia, sino una falacia histórica.

Un ejemplo de esta vinculación entre fe y dignidad femenina es la malagueña Laura Aguirre (la señorita Laura), cuya causa de beatificación se abrió en octubre de 2020.

Laura llega al pueblo malagueño de  Álora en 1950, a la madura edad de 49 años. Detrás deja   una vida nada fácil: huérfana de madre y luego de padre; una familia dispersa, frecuentes cambios de domicilio, la experiencia de la guerra, distintos trabajos… En Álora, va a decidir la trayectoria definitiva de su vida y de su vocación cristiana: el cuidado (religioso, académico, material, humano…) de sus “niñas”; la creación de una gran familia que a ella  va a tener por madre. Escoge a las niñas. En aquella penuria de familias pobres y numerosas las niñas son más vulnerables, si cabe, que los niños. Ellos, en caso de que alguien tuviera que ir al colegio, tenían preferencia. Podían incorporarse tempranamente al trabajo del campo; pero ellas pocas opciones tenían en aquellos años. La primera niña a la que acoge Laura recogía colillas para que su  madre las vendiera, aunque  el dinero conseguido no les llegaba para comer. Nos contó, poco tiempo antes de morir, que la primera noche que pasa con Laura, ésta le prepara un pobre catre  y le confecciona un amplio camisón de dormir con una antigua máquina de coser (ésas de manubrio, que hoy son piezas de museo), que a la niña le hace mucha gracia por sus amplias mangas. Me parece un detalle entrañable… y femenino.

A lo largo de tanto años, Laura va a estar pendiente de sus niñas, les va a dar el beso de buenas noches, se va a levantar de madrugada  para la medicina, va a ocuparse de su comida, vestido, primera comunión; y, luego, cuando crecen, como es inevitable, del novio y de la boda, de los niños. En fin, asume el papel de una madre atenta a los detalles más pequeños. Laura es madre y, por tanto, mujer.

Además, una mujer que toma iniciativas por su cuenta; que hace todo tipo de gestiones; que  se mueve incesantemente para pedir, que recorre los caminos rurales con un borriquito recogiendo los alimentos que le dan la gente del campo. Dentro de la más estricta ortodoxia y obediencia, sin ningún rasgo de rebeldía, fue una mujer que asumió su papel de laica y de  miembro activo de la Iglesia con toda la energía que le proporcionaba su fe gigante y su confianza en la Providencia.

Por último, quiero destacar la importancia que Laura le da a la educación, aspecto tan relevante para la mujer en aquellos años. Educación que tiene, por supuesto, una dimensión espiritual, que es el fundamento de todo lo demás, pero también las labores y trabajos del ama de casa (los que se escandalicen de esto, piensen que estamos en los años 50 y que nadie puede salir de su época como nadie puede salir de su cuerpo), los buenos modales, tan importantes entonces para la integración social, la preparación académica. En cuanto a este  último aspecto, se preocupa de que aquellas niñas que pudieran hicieran el bachillerato; algunas, fueron a la universidad.

Su condición de mujer (y de madre) fue una dimensión importante de su persona y de su obra.  ¿Feminismo? Yo creo que algo anterior y más importante: la dignidad de la mujer asumida, desde siempre, por el Cristianismo.