Almas Raices (Laura Aguirre y el Padre Soto)

Laura Aguirre está muy influenciada por las ideas y la espiritualidad del sacerdote valenciano José Soto Chuliá (1887-1975), conocido por el padre Soto, que fue unos años director espiritual en el Seminario de Málaga, en la época de San Manuel González. La idea de “santidad bautismal” (lo que se ha llamado “la llamada a la santidad de los laicos”), la de disponibilidad con la parroquia, la importancia de la idea de obediencia y otras más… Todas estas líneas directrices del padre Soto tienen una gran influencia en su tiempo. Fruto de este influjo son las misioneras que, como Laura, recorren los pueblos y zonas rurales realizando labores de evangelización. Habrá que volver sobre este tema, porque tiene más sustancia.

Hoy traigo una carta que le escribe a la Sierva de Dios su amiga Dolores Alonso Pérez de Carmona, desde Valencia, el 16 de junio de 1950. En esta época, el “Padre” (como le llama) está en el seminario de Lérida y Laura Aguirre hace su trabajo pastoral y caritativo por distintos lugares de Málaga y, pronto, al final de este Año Santo, va a llegar a Álora para comenzar su nueva y definitiva etapa. Dolores le habla a Laura de la importancia de la obediencia y cita al Padre: “Lo que me entusiasma, lo que me fascina, me encanta de la Obra es no dejar un rastro por donde pasemos. Desaparecer para que los demás crezcan. ¡Ser almas raíces y formar almas raíces! ¡Qué misión tan necesaria y tan fecunda!”. Eso fue siempre la Sierva de Dios: una persona oculta, desaparecida de la notoriedad pública, actuando silenciosamente para los demás.

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