Laura Aguirre y la parroquia de la Amargura
Ya se ha dicho que la vida de Sierva de Dios Laura Aguirre tiene una clara línea divisoria con su llegada a Álora. La etapa anterior está caracterizada por la inestabilidad y cambio y, en la segunda parte, parece que encuentra en el pueblo malagueño su lugar y tarea definitivos, sin llevar su labor más allá de este límite geográfico. Esto es verdad, pero… no toda la verdad.
A partir de 1965, estando en la escuela de la Plaza Baja (Calle Benito Suárez), Laura emprende un proyecto en Málaga, que no es muy conocido. Ya hemos hecho anteriormente alguna referencia a este tema. Se instala en una casa cercana a la parroquia, en la calle Pintor Blanco Coris, nº 2. Se trata de una casa mata, donde acoge a un grupo de algo más de 20 niños.
El 8 de diciembre de 1965 es bendecida la casa por el párroco D. José Ávila. El nombre del centro es Guardería y Providencia Parroquial Virgen de la Amargura. Como ha ocurrido en toda su vida, las casa que abre siempre llevan en su nombre la palabra “Providencia”.
Laura anota las contribuciones que recibe. De la parroquia le aportan 5.000 pesetas. Tiene también acogidos a niños del Tribunal de Menores. Algunos niños son de madres trabajadores y se quedan allí de día. Otros se tienen que dormir en la casa, por no tener otro lugar. Laura recurre a una amiga que duerme en guardería para acompañar a la colaboradora que se queda allí, que es Angelita Ponce de León. El centro también se usa como lugar de reparto de leche en polvo, lo que se llamaba la “ayuda americana”, alimentos que en los años 60 mandaba el gobierno de USA. Esta ayuda se canalizaba a través de instituciones como las parroquias o Cáritas.
Aquella es un zona de Málaga hoy céntrica, pero en aquellos años se situaba en la periferia y tenía un alto nivel de pobreza. Se la conocía como “La Pellejara”, pues allí se arrojaban los restos de animales de mataderos cercanos. Este proyecto permanece hasta que, unos años después, en 1972, esta acera de casas mata es derruida para levantar los bloques de pisos actuales.
Después Laura establece en el mismo edificio de la parroquia una residencia para niñas mayores. Aquellas dependencias tienen acceso desde el interior y desde la calle. Esta residencia acoge a la niña que ya han terminado en la Providencia Parroquial de Álora y se van a Málaga para trabajar o para estudiar. La que se encuentra normalmente allí es Socorro Sánchez. Ellas están integradas en la labor de la parroquia, se ocupan de la sacristía, limpian y hacen este tipo de trabajos de colaboración.
Esta labor de Laura coincide con la primera etapa de la parroquia y con un párroco excepcional, el mencionado D. José Ávila Barbo. Jesuita, llega a Málaga con 39 años, traídos por D. Ángel Herrera. Se hace cargo de la parroquia de Santiago y tiene encomiendas como confesor del seminario o Delegados de los sindicatos católicos. En 1956 es nombrado párroco de la Amargura y es prácticamente quien pone en marcha aquella parroquia junto a su coadjutor D. Ernesto Wilson, fundador de Misioneros de la Esperanza, otra figura relevante de aquella época de la iglesia malagueña que puede calificarse de dorada. Años más tarde vamos a encontrar a D. José Ávila de nuevo, como encargado por D. Ramón Buxarráis de contactar con las Hermanas del Padre Cristóbal, para que se hagan cargo de la residencia de Álora, después de fallecimiento de Laura, ya que él era Delegado de las Misioneras Rurales.
¿Cómo se aventura Laura a este proyecto? En estos momentos tiene funcionando en Álora su centro con un gran número de niñas, además de una guardería externa. El equipo de sus colaboradores es reducido y a ella esto le supone tener que trasladarse a Málaga con frecuencia. El trabajo le sobraba y los medios, especialmente los humanos, le faltaban. ¿Cómo se decide, pues, a abrir un nuevo frente en esta continua batalla que fue su vida? De forma parecida, con más de 80 años abre una residencia de ancianos, después de haber estado toda su vida trabajando con jóvenes.
El que asista a su biografía se preguntará con frecuencia por la causa de este comportamiento; y no existe una respuesta lógica o natural. La respuesta es su confianza en la Providencia, que le hace lanzarse a proyectos para los que no tiene medios, tiempo ni personas.
Hay otro dato que nos indica la vinculación de Laura con este barrio. Por Francisca García, cuya familia vivía en la zona del Convento de Flores y que tenía una estrecha relación con ella, sabemos que Laura compra un piso en la calle Pinto Navarro, de la misma zona, después de vender un piso más amplio que tenía en calle Mármoles, fruto de una donación. Le dijo que lo había vendido porque necesitaba dinero para la construcción de la nueva residencia de Álora. En este piso de Pintor Navarro se quedaban cuando venían a Málaga a alguna gestión, lo que era frecuente. Eso nos indica lo vinculada que está Laura con la parroquia y con el barrio. Para terminar con este apartado, voy a apuntar un dato curioso (iba a escribir “casual”, pero en esta historia hay que decir “providencial”). La Virgen de la Zamarrilla, una de las advocaciones marianas con más arraigo y devoción en el rico mundo cofrade malagueño, estuvo anteriormente en la parroquia de la Encarnación de Álora. El escritor e investigador Felipe García Sánchez, que además es uno de los iniciadores de la causa de Laura Aguirre, cuenta en un artículo cómo la imagen pasó de Álora a la capital, cambiando su anterior advocación de Virgen del Amparo. Como tal fue coronada en la parroquia de la Encarnación de Álora en los años 30.